Tarro de microrana de 4,3 cm "The Creek Croaker"

Precio de venta $8.99

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Presentamos el Creek Croaker, ¡una innovación en la pesca de ranas! Nuestras ranas de plástico blando de 4,3 cm están diseñadas para atraer a las grandes. Llenas de realismo y fabricadas con plástico flotante duradero, estas ranas son imprescindibles en tu caja de aparejos.

El Creek Croaker imita los movimientos naturales de una rana, atrayendo incluso a los peces más exigentes.

Diseñadas para durar, nuestras ranas están hechas de un plástico flotante de alta calidad que las mantiene flotantes e irrestiblemente tentadoras.

Con cada compra, recibirás un juego de 6 Creek Croakers, lo que te garantiza estar bien equipado para un día exitoso en el agua. ¡Mejora tu pesca de ranas y atrapa tu próximo trofeo con Creek Croaker!

Recomendaciones de combinación de anzuelos:

Estos combinan muy bien con las tallas 8-10. Cabezas plomadas con cuentas de tungsteno Creek Life o anzuelos Creek Life EWG n.° 8 para un aparejo sin malezas.

Historia de los Apalaches:

En el corazón de los Apalaches, vivía un hombre misterioso conocido como el Corvinato del Arroyo. Era un ermitaño, rara vez visto en el pueblo, y cuando lo veían, tenía una extraña costumbre que desconcertaba a los lugareños. El Corvinato del Arroyo silbaba como una rana, un sonido tan realista que resonaba por los valles y llenaba de curiosidad el bosque. Nadie sabía por qué emitía estos peculiares sonidos, pero se decía que siempre salía del bosque con un cubo rebosante de pescado fresco, como si el bosque le hubiera susurrado sus secretos.

Un día fatídico, la noticia del fallecimiento de Creek Croaker se extendió como la pólvora por la unida comunidad de los Apalaches. Se comentaba sobre sus peculiaridades, pero era evidente que su fallecimiento había dejado un vacío en sus vidas. El forense fue enviado a su remota cabaña para determinar la causa de la muerte y organizar un entierro digno.

Mientras el coche del forense se acercaba a la cabaña, un silbido inquietante y evocador llenó el aire, provocándole escalofríos. Era como si el mismo bosque llorara la pérdida del Corvina del Arroyo. Se acercó a la puerta con cautela y, con inquietud, giró el pomo oxidado.

Para su asombro, al entrar, se encontró con una visión que desafiaba toda lógica. La cabaña estaba repleta de miles de ranas, cada una posada en mesas, sillas e incluso en el suelo. Todas croaban al unísono, creando con sus voces una sinfonía de melodías anfibias tan encantadora como surrealista.

El forense apenas podía creer lo que veía. Se preguntó si el Corvina de Arroyo habría estado viviendo entre estas criaturas, comunicándose con ellas de una manera que solo él podía entender. Era un secreto que había permanecido oculto al mundo.

Finalmente, el forense examinó cuidadosamente los restos del Corvina de Arroyo e hizo los arreglos necesarios para su entierro. Pero la leyenda del Corvina de Arroyo y su misterioso silbido, similar al de una rana, perduraron en los corazones de los habitantes de los Apalaches. Sabían que, a veces, las conexiones más profundas con lo salvaje y lo inexplicable solo se encuentran en los lugares más inesperados, y que la naturaleza, en todos sus misterios, guarda secretos que quizá nunca comprendamos por completo.