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Bote de cebo para microcriaturas de 1,3" "El Castor Anaconda"

Precio de venta $9.99

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Presentamos el "Anaconda Beaver", una innovación en el mundo de la pesca de arroyo. Estos señuelos de plástico blando de 3,3 cm están meticulosamente elaborados para el éxito.

La Anaconda Beaver imita los movimientos y la apariencia realista de una criatura genuina, atrayendo incluso a los peces más esquivos del arroyo.

Fabricados con un plástico flotante duradero, estos señuelos garantizan una larga vida útil y un rendimiento óptimo. Su flotabilidad añade versatilidad a tus técnicas de pesca, haciéndolos irresistibles para diversas especies.

Cada paquete incluye 8 cebos Anaconda Beaver, lo que proporciona suficiente para múltiples salidas de pesca. Es una solución rentable sin comprometer la calidad ni el atractivo que distinguen a estos cebos.

Recomendaciones de combinación de anzuelos:

Estos combinan muy bien con las tallas 10-12. Cabezas plomadas de cuentas de tungsteno Creek Life o anzuelos EWG Creek Life para una pesca sin malezas.

Historia de los Apalaches:

A la sombra de las montañas de Tennessee, enclavado entre las laderas, se extendía un arroyo que susurraba en voz baja. Sus aguas, antaño tentadoras, ahora tenían una reputación siniestra. Los lugareños hablaban de «El Castor Anaconda», una criatura colosal que acechaba bajo la superficie, atormentando la mente de quienes se atrevían a acercarse.

Cuenta la leyenda que un valiente pescador, contando una historia que resonaría por las colinas, sobrevivió a un encuentro cercano con esta misteriosa bestia. Mientras se deslizaba por el tranquilo arroyo en su kayak, una figura monstruosa descendió de la orilla y se precipitó al agua con un estruendoso chapoteo. La criatura, veloz y poderosa, se abalanzó sobre el desprevenido kayakista, dejando un rastro de burbujas a su paso.

El corazón del pescador se aceleró mientras chapoteaba desesperadamente en el agua, armándose de valor para alejar la amenaza que se acercaba. Milagrosamente, el castor anaconda retrocedió, desapareciendo en las profundidades de donde había salido. Con brazadas cargadas de adrenalina, el pescador remó furioso para escapar de las garras del arroyo, jurando no volver jamás.

Y así, a la sombra de las montañas, la leyenda persistió, advirtiendo a todos los que la oían que se mantuvieran alejados del arroyo, donde vagaba el castor anaconda, esperando al próximo aventurero que probara las aguas de su misterioso reino en esa zona nuevamente.